Estonia atraviesa un periodo de inestabilidad futbolística reflejado en sus últimos cinco compromisos, donde apenas logró una victoria, un empate y sufrió tres derrotas. Su reciente empate sin goles frente a Andorra en un amistoso dejó sensaciones mixtas: por un lado, mostró cierta capacidad para resistir en defensa, pero también evidenció una preocupante falta de eficacia en el ataque. El equipo ha tenido dificultades para mantener el orden táctico cuando enfrenta a rivales de mayor nivel, lo que sugiere la necesidad de reforzar su estructura defensiva y encontrar mayor conexión en el mediocampo para recuperar solidez y competitividad en los próximos encuentros.
Italia atraviesa una etapa positiva tras su vibrante victoria por 4-5 ante Israel, un resultado que reafirma su capacidad ofensiva pero también deja en evidencia ciertas fragilidades defensivas que aún debe corregir. En sus últimos cinco encuentros, la selección italiana acumula tres triunfos, un empate y una derrota, cifras que respaldan su buen momento y su promedio goleador alto. Sin embargo, el equipo es consciente de que su camino hacia la clasificación directa depende de mantener la intensidad y no confiarse. Motivados por la necesidad de seguir presionando al líder del grupo, los “Azzurri” apuestan por un planteamiento ambicioso que combine eficacia en ataque y mayor solidez en la retaguardia para consolidar su posición entre los favoritos.